¿Qué moralejas prácticas dejó el 24 de marzo para las fuerzas armadas?


[Esta es una síntesis de todos los apartados del blog. No hay mucha fuente aquí salvo alguna ilustración. Es una narrativa explicativa de las razones del 24/03/1976. Para profundizar en fuentes, véase los artículos correspondientes del blog]


El 24 de marzo puede considerarse como la ofensiva final e integral que desplegaron las fuerzas armadas después de un largo periodo de múltiples etapas y desvíos cuyo punto de inflexión más cercano se encuentra, al menos, 1 año antes, en el Operativo Independencia de febrero de 1975 contra el territorio tucumano. Pero con el 24 de marzo de 1976, se inicia a nivel nacional un proceso quirúrgico llevado a cabo por las 3 fuerzas armadas para eliminar lo que ellos llamaban la subversión cultural o social

Para entender esto, es necesario antes comprender el escenario y las tácticas en las que incurrían los partidos revolucionarios que crecieron en el continente sudamericano durante los años 70, así como sus antecedentes internacionales en África y América, que trastornaron por completo la doctrina militar para desnaturalizarla de sus funciones normales. Como suele suceder en una democracia respetuosa en cualquier país del globo, los militares deben subordinarse a la representatividad civil de los partidos políticos y se comprometen a no interferir en los asuntos de la política. Las fuerzas armadas son la salvaguarda de las fronteras o un restaurador institucional enmarcado siempre en un contexto bélico o de uso real de poder armamentístico, pero dicho poder se auto-limita frente a los gobiernos civiles. Mientras que en la Argentina esta regla de subordinación militar se había quebrado algunas veces antes de los 60, es a partir de la descolonización de Argelia y el triunfo de la revolución cubana en 1959, e incluso del triunfo de China e Indochina, que los doctrinarios militares americanos (incluyendo estadounidenses como sudamericanos), junto con la ayuda de doctrinarios franceses, empiezan a cristalizar una nueva forma de ver a la política cuando cae en manos de ciertas organizaciones y grupos civiles

Desde un punto de vista estrictamente operativo, las organizaciones revolucionarias de Cuba y Argelia no pasaban de ser asuntos casi policiales. Su poder de fuego, entrenamiento y número de integrantes difícilmente superaban a un ejército profesional, bien armado y mucho más vasto de una nación. Sin embargo, estos "insignificantes" grupos demostraron que podía llegarse al poder sin necesidad de constituir un numeroso ejército con modernas tecnologías bélicas. Las claves de estos éxitos radicaban en movilizaciones de masa insurreccionales o factores políticos que a veces eran circunstanciales o locales (por ejemplo el desprestigio del dictador Batista en Cuba, que ni siquiera contaba con el apoyo estadounidense), y otras veces provocados deliberadamente por estas organizaciones revolucionarias. Los doctrinarios militares anticomunistas y colonialistas, preocupados por esos éxitos y su posible efecto "dominó", empezaron a construir una nueva teoría, una nueva hipótesis bélica que ahora iba a tener forzosamente incluida la política. No es que los militares quisieran convertirse en civiles políticos, sino que la política se adentraba al enfoque militar, al conflicto bélico. Así es como lentamente la doctrina militar, a través de revistas o libros que se enseñaban en las escuelas de las fuerzas armadas, desnaturaliza su normal función auto-limitante de no interferir en asuntos de la política

La doctrina novedosa versaba en que una fuerza guerrillera por sí misma es incapaz de adueñarse del poder, pues no tiene ni de lejos una cantidad suficiente de combatientes ni armamento para disputar el control a las fuerzas armadas profesionales de un país. Por consiguiente, la guerrilla debe dedicarse a la actividad política pero mantiene un brazo armado que le funciona de respaldo o agitación. El objetivo de la guerrilla no es obtener el poder mediante las armas, porque no puede hacerlo, sino que intentará conseguirlo con la militancia política que se infiltra celularmente en las fábricas, en los centros estudiantiles y universitarios o simplemente en el universo rural; a través de los cuales forjará una conciencia social sobre sus reclamos y su capacidad de movilización de masas, así como su capacidad de poner en jaque a un gobierno a través de huelgas o levantamientos populares, o con la filtración de información sensible contra el ejército nacional (por ejemplo, la población civil ayuda a los guerrilleros proporcionando datos de los movimientos que realizan los efectivos regulares en una posible guerra en el monte/selva como ocurrió en Indochina/Vietnam), o con otros matices alternos (como la construcción muuuuy a largo plazo de un ejército regular que dispute control territorial)

La guerrilla así combinaba un ejercicio legítimo o legal de la actividad política, y lo respaldaba con una actividad clandestina de guerrilla, colocando explosivos a las patronales para romper alguna maquinaria, secuestrando a un empresario para que cumpla algunos de los reclamos de los trabajadores, matando a un personaje importante, haciendo propaganda armada en sus intentos de copamiento, o robando alimentos a las empresas para llevarlas a los barrios más carenciados; todo ello para darle "sustancia psicológica" a su accionar proselitista 

Se combinaba el aparato de política-adoctrinamiento, con el aparato militar en una simbiosis: el militante no-combatiente sentía que, con las acciones armadas de su organización, estaba militando en un potencial ejército que haría concreta su causa; además que los combatientes satisfacían algunas injusticias mediante la justicia por mano propia. Todo ello acrecentaba la motivación para la militancia proselitista y la simpatía. A su vez, los combatientes necesitaban las huelgas, las movilizaciones o los actos vandálicos relámpagos de sus milicias no-combatientes que lograsen molestar a los gobernantes y forjar la conciencia revolucionaria en la población; también necesitaban que las masas adquirieran un determinado ánimo para magnificar propagandísticamente los efectos de un atentado político (ej: asesinato de un empresario "explotador")



Acción de propaganda armada guerrillera estilo "Robin Hood", muy común de la época. Con estas acciones se pretendía ganar la simpatía de la población. Los Tupamaros en Uruguay popularizaron este tipo de acciones guerrilleras redistributivas, que serían copiadas por las organizaciones revolucionarias de otras partes del continente, incluyendo Argentina


Con este método político-militar, se trataba de conquistar no un territorio sino la simpatía o adhesión de la población civil, para que éstos le garanticen el poder a la guerrilla o sus representantes ideológicos, sea con el poder de facto o con las elecciones

Si los sindicatos, las asociaciones barriales de fomento, las escuelas secundarias, las universidades, las iglesias, la prensa, en fin si toda la sociedad estaba "captada" por la ideología de las organizaciones político-militares y motivada por ella, entonces se habría de caer en la "jerarquía paralela", donde la sociedad ya no responde al sistema institucional de turno sino que elabora uno propio. Así es como una organización que ni siquiera tiene tantos combatientes, puede derrumbar a un gobierno poderoso militarmente: mediante la infiltración celular de sus militantes no-combatientes para "calentar orejas" a los estratos significativos de una población. En este punto, la guerrilla solo tendrá la misión de conformar lentamente un ejército regular, o simplemente defender y fortalecer la jerarquía paralela aprovechando que la policía o el ejército del país no pueden controlar, al mismo tiempo, todas las formas organizativas que se estén sucediendo simultáneamente en el país 

Episodios como el Cordobazo demostraban que ese tipo de estrategia podía funcionar en Argentina: se puede debilitar un gobierno sin necesidad de atacarlo bélicamente, sino a través de una movilización masiva. Y sucesos como el atentado de Montoneros a Aramburu, demostraron cómo un único asesinato al sujeto "adecuado" podía convertir a un grupito de desconocidos en una organización con importantísimo apoyo popular


Muy simplificadamente, las organizaciones político-militares del mundo, como el caso de Argelia o el de Argentina, se dividían en:


1-Secretaría Militar: era el sector encargado de organizar las células de combate, para realizar las acciones de combate propiamente dichas


2-Secretaría Política: sector que organiza sus militantes en: 

-Células sindicales (tienen como objetivo ir a trabajar en las fábricas y, desde su puesto, movilizar a sus compañeros contra la empresa por mejoras salariales o condiciones de trabajo más decentes, etc.) 

-Células territoriales (tienen como objetivo ir a los barrios más pobres a realizar labores de alfabetización, sanidad, construcción, etc. Además de organizar los barrios para reclamos políticos y de costo de vida)

-Células estudiantiles (su objetivo es ir a las escuelas y organizar a sus compañeros de establecimiento para reclamos escolares o políticos, solidaridad con otros sectores, etc.)


Todas estas células no descartaban el uso del vandalismo para ayudar a cumplir sus objetivos, pero no eran calificadas de "combatientes" para la organización ni para las fuerzas represivas. En el caso de Montoneros o PRT-ERP, se cumplía la misma táctica vandálica de la resistencia peronista de 1956-1960 (pequeños petardos llamados "caños")


3-Secretaría de Propaganda y Adoctrinamiento: tiene como objetivo difundir los fines políticos de la organización, a través de la Prensa clandestina tradicional o de pancartas, obleas, bombas lanzapanfletos, etc.


4-Áreas Logística, Información, Organizativa: tiene como objetivo proveer a la organización de información para Inteligencia y recursos económicos para abastecer a las células


Esto lo exponemos con bastante simplificación, ya que no todas estaban estructuradas con esos nombres, o con esos esquemas en todo momento (por ej. la Secretaría Militar podía tener su propia sección de prensa). Incluso no todas las organizaciones tenían un sector armado. Pero a grandes rasgos, así funcionaba una organización revolucionaria: con un aparato combatiente, y con un gran aparato que no combatía y que superaba al combatiente en cuanto a número de militantes. Ambos aparatos actuando celularmente, por "infiltración" en los intersticios sociales



revista GENTE (favorable a la dictadura), n°616 mayo de 1977. Explican en este esquema el plan de Montoneros para conquistar el poder: un mix de lucha armada con proselitismo político, en una estrategia de pinza


Para destruir a una fuerza guerrillera en esas condiciones, no basta con enfrentarla en el campo de batalla armada, sino eliminar su influencia en todos los frentes conquistables como las escuelas, las fábricas, las universidades. Pues eliminar únicamente el aspecto armado implicaba no entender el triunfo de los argelinos o los cubanos, quienes lograron obtener la toma de gobierno sin una fuerza militar destacable de su lado. Si únicamente se concentran en el aspecto combatiente, se estaría cortando la cola del gusano y no su cabeza; no se estaría aniquilando el sistema de "jerarquía paralela". Hay que destruir la vigencia política de las organizaciones revolucionarias en todos lados, es decir hay que dar una batalla "integral", en todo frente; minimizando la influencia izquierdizante en la sociedad mientras se neutraliza a los militantes combatientes y políticos no-combatientes del grupo guerrillero..... Y esa tarea la van a realizar las fuerzas armadas, quienes son la salvaguarda de los intereses nacionales. Este camino ya no suponía únicamente inmiscuirse en la política, sino también degradar su capacidad operativa a tareas policiales, en tanto el enemigo armado al que debían enfrentar no era un ejército profesional

Para evitar entrar en este conflicto de intromisiones -donde las fuerzas armadas se metían a resolver un conflicto meramente político y en última instancia policial-, la doctrina militar encuadraba la situación al área de su competencia: la guerra. Pero se trataba ahora de una guerra nueva, inédita para el mundo: la guerra subversiva o revolucionaria. El enemigo ya no es el soldado de la otra línea del frente de batalla, el enemigo ya no lucha con las armas cuerpo a cuerpo contra su adversario, y sobre todo el enemigo ya no lucha para conquistar un pedazo de terreno como las previsiones clásicas de defensa militar sostenían en un conflicto. El enemigo ahora utiliza tácticas muy originales: usa la política como una herramienta castrense inédita para conquistar el espíritu de la población, y usa la delincuencia como forma de ataque en vez de un enfrentamiento regular. Es un enemigo que no respeta el clasicismo de una contienda bélica formal, sino que usa todos los medios posibles para lograr su objetivo: desde actos vandálicos o meramente delincuenciales, hasta actos proselitistas en el sindicato o en la universidad. Estos medios (delincuencia; política) eran ajenos a lo que se enseñaba anteriormente en los colegios militares, eran métodos que los militares no conocían y los "descolocaban" por su supuesta efectividad; eran métodos de guerra muy novedosos. El enemigo ni siquiera era combatiente en la mayoría de los casos, su proselitismo era el "arma" que usaba para ganar ¿Nuestro enemigo ahora es una célula territorial o una Secretaría Política? Eso jamás se había enseñado en las escuelas militares. Por lo que la conclusión era bastante sencilla: en esta guerra, la novedad y la innovación es clave

Así, la guerra revolucionaria se diferenciaba de la simple "guerra de guerrillas" (como las que hostigaron al ejército de Napoleón, o como la guerrilla francesa/italiana/yugoslava que acosaba a los nazis en la segunda guerra mundial), mediante el componente de "agresión psicológica" y la ya mencionada jerarquía paralela. La guerra de guerrillas o el partisano sabotean a un ejército regular actuando desde la clandestinidad, pero carecen de una ideología única para adoctrinar; puesto que se tratan de grupos heterogéneos ideológicamente que luchan por una independencia concreta contra el invasor. Prioriza el aspecto armado y su empeño proselitista es deficiente (aunque puede ser tenido en cuenta en algún punto); en general sus actividades complementan al ejército del país que respalda. Pero en esta guerra novedosa que se hace llamar "guerra revolucionaria" o "guerra subversiva" el enemigo pone especial empeño en el proselitismo, en el adoctrinamiento. Aún cuando luchan contra un invasor colonial (caso Vietnam), pone todo su esfuerzo en movilizar a la población a una determinada ideología

Tal vez la síntesis más acabada de esta "guerra revolucionaria", es que el objetivo principal de las fuerzas armadas radica en eliminar cualquier actividad política que fuera celular. No importa si esta actividad era armada o pacífica, lo  realmente molesto es que fuese celular. Porque era "insidiosa", se metía a lavar el cerebro de manera directa a la población. Un proselitismo político tradicional no es celular, intenta resolver sus conflictos o influir ideológicamente a través de los canales tradicionales de parlamentarismo y burocratización institucional. El militante celular en cambio, no depende del voto popular electoral sino que se mete a hacer activismo en los "blancos" (fábricas, escuelas). No está atado tampoco a canales visibles y controlables de activismo, como sucede con un diputado o intendente. El militante celular está fuera del control inmediato de las autoridades gubernamentales. El enemigo es celular, y hay que detectarlo y neutralizarlo


Por su parte, los grupos revolucionarios que emergían en el continente sudamericano eran igualmente conscientes que el triunfo de Cuba se obtuvo con una combinación entre política y guerrilla, por lo que se aprestaron a forjar organizaciones político-militares, mezclando la militancia proselitista no armada con la acción guerrillera; y teniendo igual consideración que el poder se obtenía luchando en todos los frentes, es decir militando en todos lados e intentando instalar una "cultura social" izquierdista pre-revolucionaria. Las fuerzas armadas y los partidos revolucionarios llamaron a esta técnica como "guerra revolucionaria". Y la combinación política-militar de la insurgencia iba a comunicarse a la gente como "subversión" y "terrorismo", de acuerdo al lenguaje militar que impregnaba en una época marcada por gobiernos civiles débiles o complacientes

Más precisamente, la insurgencia practicaba la "guerra revolucionaria" porque querían hacer la revolución socialista. Las fuerzas armadas, iban a poner en marcha la "guerra contrarrevolucionaria", porque querían detener la revolución



Movilizaciones de los argelinos contra los franceses durante su guerra de independencia de los años 1954-1962. Los conflictos laborales (huelgas), universitarios y cualquier movilización; era una de las estrategias de los revolucionarios argelinos (como la organización F.L.N., siglas de "Frente de Liberación Nacional" de Argelia), para "poner en jaque" la gobernabilidad francesa de su colonia. A sabiendas el F.L.N. que no tenía tantos combatientes para enfrentarse a los franceses, pretendía ganar la contienda movilizando a todo un pueblo (ya que ningún ejército va a matar a todos los manifestantes) y haciendo la vida económica imposible con tantas huelgas. Francia aprendería que estaba en una "guerra revolucionaria" donde el enemigo no era solamente un hombre con bombas, sino los agentes políticos que "influenciaban" a los demás a insurreccionarse. El F.L.N. también aprendería que estaban en una "guerra revolucionaria" y por eso armó un aparato armado (encargado de atentados) y un aparato político de adoctrinamiento. Las fuerzas armadas argentinas copiarían la teoría contrainsurgente de la experiencia francesa




Fotografías de argelinos torturados por el ejército francés, mediante el colgamiento incómodo de sus extremidades para provocar un doloroso calambre, además de facilitar los golpes con palos de los interrogadores. Fotos sacadas en el año 1957, durante el conflicto por la independencia de Argelia contra Francia

https://texturesdutemps.hypotheses.org/4027 


Tanto la guerrilla como los militares sabían que llegaría el momento de su virtual enfrentamiento, y por consiguiente la insurgencia practicaba mecanismos de tabicamiento y compartimentación celular de información entre sus integrantes, para evitar la pérdida masiva de datos en una captura. Las fuerzas armadas ya tenían la idea que la nueva batalla no iba a ser "tradicional" con un enemigo fácilmente identificable, sino que había que sofisticar el aparato de inteligencia con métodos convencionales y sumar los "no convencionales", como las torturas y los centros de detención secretos para recopilar información rentable de la subversión. Estos procedimientos además estaban legitimados por la propia naturaleza anti-clasicista del enemigo subversivo. Si la subversión era capaz de utilizar todos los medios de lucha, si era capaz de utilizar métodos originales e inéditos para alcanzar el poder (como los actos de vandalismo/delincuencia o el proselitismo político), entonces las fuerzas armadas también se creían legitimadas para utilizar métodos novedosos e inéditos como la tortura 


Un ejemplo de la doctrina militar sobre el militante de una célula sindical. Dice la doctrina militar:



Etapas del accionar [subversivo] en establecimientos fabriles


Como norma sigue, en general, las siguientes etapas:


a) Primera etapa

Se inicia con la selección del objetivo [fábrica] y se materializa con la formación de una célula de la organización en el mismo. Esto requiere un doble trabajo: interno y externo

El interno destinado a la formación política de los miembros de la célula. El externo a la emisión clandestina de panfletos y el trabajo hombre a hombre. Esto último busca un doble efecto: por un lado hacer sentir la presencia de la organización en la fábrica y por otro crear un grupo "periférico" de individuos que colaboren con la célula, lo que a la vez va dando base a la organización


b) Segunda etapa

Consiste en la formación y consolidación de la organización, lo que se inicia planteando una "Agrupación de base clandestina", de la cual participan los delincuentes [subversivos] contribuyentes de la célula y los periféricos, con una doble tarea: completar su organización y continuar la captación dirigida a las distintas secciones de la fábrica


Concretada la organización de la agrupación, su accionar tenderá a:

(1) Captar o anular la comisión interna y el cuerpo de delegados

(2) Crear una "agrupación de superficie"


Respecto al cuerpo de delegados, es lo primero que tratan de controlar o anular por cuanto consideran que la comisión interna está más controlada por el sindicato


c) Tercera etapa

Creada la organización de superficie se inicia una abierta política de masas, adaptando las distintas situaciones a las necesidades y aspiraciones de los obreros de la fábrica, logrando de esta manera un adecuado grado de movilidad de las masas, por lo cual una vez alcanzado un objetivo inmediatamente es generada otra situación de conflicto y así hasta la conquista del poder gremial


d) Cuarta etapa

Llegado a este punto del desarrollo de la organización comienza el trabajo hacia afuera de la fábrica, realizando una política de estrechamiento con los obreros del mismo gremio o de los que trabajan en la zona según convenga


pag. 22:

https://web.archive.org/web/20180127220527/http://www.ruinasdigitales.com/revistas/dictadura/Dictadura%20-%20Marxismo.pdf 


Y sobre el militante de célula estudiantil, dice la doctrina militar: 


Los argumentos utilizados [por la subversión estudiantil] para lograr adeptos resultan de los más variados, no descartándose que muchos de ellos (por lo general reclamos), sean justos

 Los más utilizados en una primera etapa, son los siguientes:


 - “Por una mayor capacidad estudiantil”.

 - “Que no haya limitación para el ingreso”.

 - “Que todos puedan estudiar”.

 - “Que exista autonomía universitaria”.

 - “Que tal o cual profesor eliminó en un examen al 50 % del curso”.

 - “Que no hay libertad de expresión ni diálogo”.

 - “Que no se atienden las necesidades estudiantiles”.

 - “Que el deporte universitario está mal encarado”.

 - “Comedor universitario”.

 - “Suspensión examen de ingreso”.

 - “Aumento de presupuesto universitario”.

 - Etc.


Con estos argumentos, en una primera etapa de su accionar, logran coincidir con algunos estudiantes y realizan así sus primeras reuniones para tratar dichos temas. Muchos alumnos, de buena voluntad, entran sin quererlo en este esquema y concurren engañados a las reuniones

En una segunda etapa, ya los argumentos sobre temas de los estudios son desplazados por otros que poseen otro tipo de connotaciones, como por ejemplo:


 -“Las injusticias sociales”.

 -“Que la universidad debe ser para los alumnos”.

 -“Que el gobierno de las universidades corresponde a los estudiantes o que por lo menos sea tripartita”.

 -“Que la universidad (no es sólo..) para hijos de ricos”.

 -Etc.


Una vez la concientización de muchos alumnos que apoyan esta propuesta siguen con la tercera etapa de su accionar en la que no sólo presionan sobre el gobierno universitario sino que las reuniones y reclamos se efectúan en aulas, talleres, en casas de profesores, se exponen carteles alusivos, etc.


En esta etapa ya los argumentos que esgrimen son más directos:


 -“Por el retiro de la policía de la universidad”.

 -“Por la libertad de los obreros y estudiantes presos”.


 Estos argumentos los introducen en un temario de las asambleas en las que también se trata, por ejemplo:


 -“Que tal profesor no aprobó a tantos alumnos”.

 -“Que se realizan cursos nocturnos para los que trabajan”.

 -“Reprime la dictadura”.

 -“Exigir un nuevo examen”.

 

En estas reuniones se aprueba normalmente todo por unanimidad y también se señala un nuevo día de reunión.

 

Una vez que el alumno se encuentra motivado convenientemente con los argumentos esgrimidos, se lo va sacando –poco a poco– del ámbito universitario y se lo utiliza para pegar carteles en la ciudad, colocar artefactos explosivos [petardos vandálicos], hasta convertirlos en verdaderos activistas de alguna de las organizaciones subversivas conocidas


2) Para desarrollar esta actividad se distinguen en las universidades dos grandes grupos de reclutamiento:


El primero de ellos, los llamados “grupos de base”, son aquellos formados por alumnos que ya han actuado en acciones anteriormente y que, prácticamente ya están ganados para la causa. Estos grupos tienen conexión con grupos de profesores que, a veces sin estar en la organización, simpatizan con la izquierda.


El segundo grupo está integrado por aquellos “ingenuos” o “idiotas útiles” que asimilan la prédica de los activistas en la creencia, inicialmente, que se trata de logros justos y argumentos valederos que hacen un bien al quehacer universitario.


3) Esta actividad la inician los subversivos mediante charlas individuales (“cara a cara”), pero luego van ampliando su auditorio hasta hacerlo -impunemente- en aulas, talleres, casas particulares, etc.


El ambiente de “masificación” que van logrando, facilita la adhesión de los más remisos, al hacerlos sentirse integrados a una “masa” que los envalentona y motiva para que actúen como ellos


pag. 16:

https://cen7.files.wordpress.com/2011/03/subversionescuelas.pdf 


Este proselitismo militante en las fábricas o escuelas, luce como un problema eminentemente político que no incumbe a ninguna doctrina bélica.... pero con la doctrina de la "guerra revolucionaria", el militante de célula sindical o célula estudiantil pasa a ser un codiciado objetivo táctico de las fuerzas armadas. Con el agravante que el militante está "mimetizado" en su entorno. Es muy complicado distinguirlo de los demás. Es difícil distinguir un estudiante "normal" de un estudiante adoctrinador; es difícil distinguir un trabajador "normal" de aquel trabajador que en voz baja incita a sus compañeros a reunirse a tal hora en tal lugar para discutir el reemplazo de la comisión interna. Tampoco podían reprimir a toda la masa de manifestantes todo el tiempo, sino encontrar al cabecilla que les impulsa. Frente a este enemigo "oculto", hay que prepararse para una guerra de inteligencia, una guerra de información. Lo que incluye métodos altamente ilegales y originales, como el interrogatorio bajo tormento al enemigo para buscar células y destruirlas



Gráfico militar sobre el accionar "subversivo" en el sindicalismo y el estudiantado: el militante de una organización subversiva crea una agrupación que intentará conducir a la masa hacia los fines sindicales y estudiantiles más favorables a la ideología subversiva. Gráfico extraído del libro "Subversión en el ámbito educativo: Conozcamos a nuestro enemigo". Pag. 70:

http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL003637.pdf  


Tal como indica la doctrina militar, haciéndose eco de la teoría insurgente:


Sostiene la doctrina subversiva que "la guerra revolucionaria será ganada cuando se logre la insurrección generalizada" 


pag. 21:

https://web.archive.org/web/20180127220527/http://www.ruinasdigitales.com/revistas/dictadura/Dictadura%20-%20Marxismo.pdf 


Hay que evitar la insurrección generalizada de las masas. Y esto solo es posible eliminando a los agitadores, a los lavadores de cerebros de las masas, a los proselitistas. Si no se logra ese objetivo, la guerra terminó



Organigrama de la organización F.L.N. (Frente de Liberación Nacional) de Argelia, el grupo subversivo que los franceses tenían que desbaratar en su "guerra revolucionaria" de 1954-1962. El esquema se compone de una vasta red de secciones político-financieras (sector encargado de adoctrinar a la población argelina, refugiar clandestinos, recaudar impuestos, promover conflictos sindicales); un sector "militar" que intentaba construir el ejército A.L.N. (siglas de "Ejército de Liberación Nacional") además de hacer cumplir las instrucciones con la coerción; y una sección especial ultrasecreta "Bombas" encargada de la fabricación y colocación de explosivos. Se estima la cifra en el año 1957 de 5.000 militantes, de los cuales solo 200 eran parte del ALN y la sección "Bombas". Los franceses sin embargo, embebidos en una doctrina de guerra revolucionaria total, integral y sin cortapisas; iban a destruir toda la organización incluyendo a aquellos que no combatían, mediante el sistema de interrogatorio bajo tortura y eliminación

Las fuerzas armadas argentinas aprenderían la doctrina agresiva de la guerra revolucionaria francesa y la aplicarían extensivamente en los años 70

http://jeanjviala.free.fr/bataille_d%27alger2.htm  


Algunos elementos de la derecha política argentina, estando en gobierno civil o no formando parte de ellos, se sumaron a esta tendencia de actuar como entes político-militares, con el objetivo de "contrarrestar" la infiltración marxista en el país, luchando "en todos los frentes"; y se terminaron radicalizando al punto de convertirse en organismos más propiamente represivos (y recibiendo ayuda estatal/policial/militar). Pero mientras los partidos revolucionarios de izquierda nunca aplicaron sistemáticamente un plan de eliminación de militantes políticos "enemigos" (militantes políticos no-combatientes de la derecha), las experiencias adquiridas por las fuerzas armadas desde fines de la década de los 50 hasta mediados de los años 70, con los crónicos conflictos sociales del país y la enorme autonomía que adquiría el sector castrense incluso por parte de decisiones de gobiernos civiles, daban consenso mayúsculo que a la militancia política no se la podía eliminar mediante vías "normales" de proselitismo, ni tampoco con represión carcelaria. La cárcel solo servía para que los jueces los liberen a las pocas horas por falta de mérito. Y en el caso de los combatientes o los que ya estaban presos, la cárcel servía para que un gobierno civil luego promulgue una amnistía que los libere, demostrando que el peligro del panfleteo psicológico marxista es tan grande como una metralleta para influenciar incluso a partidos políticos tradicionales no marxistas a que liberen a los revolucionarios o los instalen en el poder

Y aún en el supuesto que pudiesen condenar a prisión efectiva a los militantes, la mayoría de estas personas estarían destinadas a recibir una sanción muy baja, puesto que muchos de los pretendidos delitos enrostrados (asociación ilícita, tenencia ilegal de armas, delitos novedosos como "literatura subversiva", incitación a huelgas, intimidación, etc.) no serían motivos suficientes para imponerles una elevada pena; al menos no sin forzar el ya de por sí elástico manejo constitucional formal de las fuerzas armadas y la legitimidad de su gobierno de facto. Si el enemigo principal estaba constituido por gente que no era combatiente, resultaba muy difícil meterlas en prisión a elevadas penas. Por lo que el modelo de Justicia constitucional, aunque se intentó tibiamente utilizar (incluso con endurecimientos de las penas), no les era suficiente a los militares para aplacar la cultura izquierdizante proselitista que estas organizaciones deseaban instalar. De nada servía condenar a una persona a 3 o 5 años de prisión, si en poco tiempo sale de la cárcel a volver a agitar. Mucho menos tenía sentido las condenas en suspenso o las absoluciones a un enemigo que no iba a cambiar 

El adoctrinamiento derechista a la fuerza no es lineal y no puede convencer a todos los insurgentes para cambiar sus pareceres; todavía se corre riesgo de lo contrario: que los presos políticos influencien a sus guardiacárceles o a los otros presos comunes. Se adopta entonces una decisión cada vez más radical: tratar no solo a la sección combatiente, sino agregar al sector político de la insurgencia como una materia de exterminio militar. Es decir, no se podía asesinar solamente a los combatientes y dejar en libertad a los militantes no-combatientes: a estos militantes, aunque no fuesen combatientes, se los tenía que asesinar también porque la guerra era "cultural" y los militantes no aprenden con el proselitismo castrense para cambiar de ideas, son "irrecuperables" que van a insurreccionar a la sociedad con sus actividades gremiales o estudiantiles agitadoras


El 24 de marzo no fue el comienzo de la liquidación de toda la militancia revolucionaria. El periodo aparentemente constitucional de 1973 a 1976 fue el micro-clima de gestación de todos los elementos represivos antisubversivos amparados por la pasividad o complicidad ideológica de sus gobernantes civiles y dirigentes sindicales ortodoxos, buscando sobre todo reducir la influencia izquierdizante de la sociedad e ilegalizar el componente político de la "subversión marxista", tal como la creciente legislación que prohibía literatura, formas artísticas, endurecía las penas a determinados delitos y sobre todo pretendía perseguir las huelgas; o el Estado de Sitio de noviembre de 1974 y los presos a disposición del PEN; las cesantías y control en las universidades y escuelas (a través de directores o rectores "de derecha", o del ejército); la censura a la prensa izquierdista y la pérdida de poder de los elementos más progresistas del gobierno; los organismos para-policiales como las Tres A o la CNU que se encargaban de colocar explosivos y asesinar a los nexos más visibles de la militancia fabril, artística o estudiantil de izquierda; o la misma policía que reprimía con detenciones y torturas en el contexto de los más punzantes conflictos patronales en las fábricas de ese tiempo. El periodo constitucional llegaría a su paroxismo autoritario con la creación de los primeros centros clandestinos masivos en el país para la persecución de la militancia proselitista: La escuela Diego de Rojas en la localidad de Famaillá, Tucumán; La Ribera en Córdoba o el centro clandestino que funcionaba en una fábrica de Acindar; estos 3 centros clandestinos y otros más pequeños operando antes del golpe militar, demostrando que el concepto de democracia era simplemente nominal. Si antes la guerrilla izquierdista empleaba la violencia como "acción psicológica", ahora se vería cada vez más forzada a emplear la violencia como justicia por mano propia para resistir los embates de los grupos de derecha sobre ellos mismos y sus activistas o colegas de izquierda

El Operativo Independencia, surgido en democracia por la instalación de un foco guerrillero en la selva tucumana, y en cuya provincia se destacaban unos memorables conflictos obreros contra las patronales azucareras, marca la primera aplicación "en serio" o "extensiva" de la doctrina de la guerra revolucionaria / guerra contrarrevolucionaria tal como la entendían los militares: se debe eliminar a ese foco combatiente pero también toda su cobertura política o colaboracionista para garantizar que las zafras azucareras no disminuyan en productividad, para evitar que la simpatía por la guerrilla o su sector político fuerce a los obreros a realizar huelgas. Mediante la represión, el proselitismo castrense y el miedo, la gente debe adherirse al ejército y no a la guerrilla ni a su base activista. Se pretendía destruir la "jerarquía paralela" que la izquierda revolucionaria logró montar en algunos intersticios sociales, donde algunas gestiones de bienestar (desde cosas simples como recolección de basura y provisión de agua, hasta entretenimientos como organizar torneos de futbol local) dejaron de depender del dominio miserable de los patrones de los Ingenios azucareros que controlaban la vida diaria de su obrero. Del éxito o fracaso de ese operativo militar a escala provincial, de las enseñanzas de ese episodio, se generaría la confianza necesaria en las cúpulas castrenses para extender la pretendida guerra en todo el país. Es además, la primera concesión "material" de un gobierno civil en ese periodo para que las fuerzas armadas intervengan. Concesiones que aumentarían en el transcurso del año por complicidad ideológica

El foco guerrillero rural antemencionado se componía de una cifra no mayor a 90 combatientes estables, que recibió el nombre de "Compañía de Monte Ramón Rosa Jimenez" bajo la dirección del grupo guerrillero E.R.P. (Ejército Revolucionario del Pueblo), brazo armado del P.R.T. (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Las fuerzas armadas contaron desde el inicio del Op. Independencia con un contingente de 1.500 efectivos militares y Gendarmería, a los que se sumaba aparte la policía federal y provincial. La cantidad de efectivos de las fuerzas armadas se incrementaría en el tiempo en toda la provincia, a medida que la minúscula fuerza de fuego guerrillera se debilitaba más y más. La cuota de secuestros y torturas del Estado contra la población civil sería mínimamente de veinte veces mayor al número de combatientes del ERP en el monte. La doctrina de la "guerra contrarrevolucionaria" se ejecutaba aceitadamente: no importa la debilidad numérica del enemigo armado para entrar en "guerra", porque es una guerra ideológica en la que se debe depurar todas las ramas subversivas, desde el foco armado hasta su base de activistas y periféricos o simpatizantes

Tal como explica el comandante del Operativo Independencia, general de la V Brigada Adel Edgardo Vilas, en su manuscrito: 


Si yo me limitaba a ordenar, entrenar y comandar mis tropas, descuidando esferas que en el papel no me correspondía atender -la esfera gremial, empresaria, universitaria, social, etc.- el enemigo seguiría teniendo los "santuarios" de que disponía hasta el momento. Limitarme a la resolución de los problemas estrictamente castrenses, sin aspirar, siquiera en forma indirecta, a resolver materias críticas que no se hallasen estrechamente vinculadas a la esfera militar, hubiese constituído un sinsentido, ya que, a los efectos de establecer y asegurar la continuidad y permanencia en los planos ejecutivos del "Operativo Independencia", se hacía imprescindible invadir campos de acción reservados al gobierno provincial e incluso, el nacional

https://web.archive.org/web/20030926084022/http://www.nuncamas.org/investig/vilas/acdel_03.htm 



Una de las fotografías más famosas de la compañía de monte del ERP "Ramón Rosa Jimenez", de fines de 1974. Es también la fotografía que muestra el mayor número de combatientes (aprox. 60 combatientes)


Mientras tanto, el brazo armado de los partidos revolucionarios Montoneros y del resto del PRT-ERP, que habían ganado apoyo en el periodo anterior a Cámpora por su enfrentamiento a la dictadura del lapso 1966-1973, o que al menos despertaban un sentimiento de audacia a los indiferentes (lo que igualmente era peligrosa propaganda psicológica para el poder represivo), iban perdiendo vertiginosamente su prestigio con actuaciones erráticas como el intento de copamiento de la unidad de Azul o Formosa, hechos de justicia por mano propia que ni siquiera encontraban explicación adecuada en la prensa como el asesinato de José Rucci, presumiblemente asesinado por un comando de Montoneros como venganza por los acontecimientos de Ezeiza; o actos meramente delincuenciales como el secuestro a los hermanos Born para pedir un cuantioso rescate o el crimen contra John Patrick Egan o Carlos Sacheri; el caso Larrabure (presentado en la prensa falsamente como un asesinato y tormento); atentados vandálicos como los de las milicias montoneras; o actos de justicia por mano propia que salieron muy mal, como la muerte de Cristina Viola, la hija de 3 años del Capitán Viola, en un fallido ataque del ERP que pretendía asesinar al Capitán por sus vínculos con la represión. Durante el trayecto 1973-1976 la guerrilla sobre todo emprendió una escalada vandálica contra comercios tildados de imperialistas y contra las fuerzas policiales y Ejército, colocando bombas cazabobos para desquiciar la capacidad operativa de la policía. Además de aumentar su "guerra" letal contra unas fuerzas de seguridad cada vez más represiva, con asesinatos a efectivos de dicha institución. El 70% de los muertos por Montoneros y ERP en el gobierno constitucional, fueron policías y militares

Todos estos hechos dejaban en muy mala posición a la guerrilla y, aunque lograron conseguir no obstante un flujo importante de militantes en el periodo 1973-mediados de 1975 por el desprestigio del gobierno isabelista, sus actos guerrilleros junto con los aún más numerosos atentados de la extrema derecha, fortalecían de cara a los partidos políticos tradicionales y parte de la sociedad el discurso castrense de terminar con la subversión armada, pero que los militares la entendían incluyendo el sector político y centrándose únicamente en la militancia izquierdista (sin tocar a la derecha); aún cuando estadísticamente los actos de la izquierda no representaban más que un problema policial (recordemos: las fuerzas armadas hablaban de "combatir la subversión" de cara al público, como si eso comprendiera la lucha contra los derechistas e izquierdistas armados.... cuando en la práctica, esa lucha únicamente comprendía atacar a la izquierda tanto sus militantes políticos como armados)







Revista GENTE n° 524, agosto 1975. En este número exponen la modalidad recurrente de la guerrilla ese año: la escalada vandálica mediante bombas de bajo poder en la vía pública. El objetivo de la guerrilla con estas bombas no era matar civiles sino desquiciar la capacidad operativa de las fuerzas policiales, cada vez más cómplices con la represión ilegal de la Triple A y el Ejército. También la guerrilla destruyó la fachada de muchos comercios tildados de imperialistas, y colocaba bombas lanza-panfletos. Pese a las cientos de bombas que la guerrilla diseminó esos años, el nivel de letalidad por estos atentados vandálicos de milicias fue muy bajo y accidental. La guerrilla en cambio se mostraría más deliberadamente letal en los ataques de sus pelotones armados de combate, matando a más de 200 policías y militares entre el lapso 1973-marzo 1976. Por su lado, la Triple A y otros comandos para-policiales en el mismo trecho 73-marzo76 matarían a más de 1.000 personas. También la policía se encargaba de poner cientos de bombas a lugares de reunión de izquierdistas, con objetivos solamente vandálicos y de intimidación




Atentados explosivos vandálicos (no letales) de la derecha política. Una de ellas contra una imprenta acusada de editar material ideológicamente "nocivo" (marxista, izquierdista). La otra contra una institución israelita por motivos antisemitas



Ejemplo de atentados explosivos guerrilleros de baja intensidad, tendientes a romper vidrieras y poco más. Córdoba, año 1975. Estas bombas de baja intensidad eran colocadas por guerrilleros de izquierda, comandos derechistas, el Ejército, la policía, incluso algunos delincuentes comunes. Todo el mundo ponía bombas por sus propios motivos, pero sorprendentemente el índice de letalidad era muy bajo. La verdadera "guerra" se dirimía a balazos, y en ese sentido la derecha le llevaba ventaja a la izquierda: 320 muertos producidos por la Secretaría Militar de Montoneros; ERP y otros grupos de izquierda en el trecho mayo 1973-marzo 1976  Versus más de 1.000 muertos producidos por los comandos derechistas, la policía, el Ejército para el mismo lapso temporal (sin contar los centros clandestinos ya habilitados, las torturas policiales, y los más de 3.000 detenidos arbitrariamente bajo el PEN por el Estado de Sitio) 


Como ejemplos elocuentes, tenemos el caso de Ernesto Barreiro, uno de los jefes de inteligencia militar que operó en el centro clandestino La Perla, encargado de las torturas a los detenidos; quien le comentó al periodista Martín Andersen en una entrevista dada el 29 de septiembre de 1987, que:


Muchas de las bombas en Córdoba antes del golpe de Estado, eran "propaganda negra". Menéndez [Jefe del III Cuerpo de Ejército] dejaba que todo sucediera, para que hubiera una sensación de caos


pag. 184 referencia 3:

https://es.scribd.com/document/369309959/Andersen-M-Dossier-secreto-El-mito-de-la-Guerra-Sucia-pdf  


("Propaganda negra" es una terminología para denominar aquellas acciones de propaganda que uno realiza, como si tuviera el rol del enemigo. En este caso, bombas colocadas por el Ejército pero bajo la firma de "Montoneros" o "ERP" para que la gente piense erróneamente que eran estos grupos guerrilleros los que colocaron las bombas. Comúnmente llamadas "falsa bandera")


Héctor Vergez, jefe del grupo para-militar derechista CLA (Comando Libertadores de América, una suerte de "Triple A" cordobesa manejada por el Ejército en 1975) y torturador del centro clandestino La Perla y La Ribera, también testimonió sobre estos ataques de falso autor. Cuenta un hecho que ocurrió junto con su colega, el también represor Carlos Telleldín: 


Un día voy al D2 [comisaría clandestina] y había un balde de 20 litros con explosivos. Le digo a Telleldín: “¿Qué estás por hacer?”. “Nada, lo voy a hacer definir a monseñor Raúl Primatesta, que anda dubitativo”, me dijo. El arzobispado tenía una puerta de madera labrada preciosa. ¡Podés creer que le voló a la mierda la puerta y le puso “viva Montoneros”! Yo lo acompañé, me acuerdo


https://enredaccion.com.ar/hector-vergez-confesiones-de-un-capitan-indecente/  


Estos testimonios de dos torturadores que pasaron a tener gran protagonismo en la represión cordobesa desde mediados de 1975 en adelante, ilustra el objetivo de los comandos para-policiales y del mismo Ejército, de "contribuir" al desorden con sus propias colocaciones de bombas vandálicas, bajo la propaganda negra, que luego era utilizada como argumento para pedir al gobierno leyes más duras u obtener una opinión pública más favorable sobre las fuerzas armadas en la lucha contra la subversión


La guerrilla de izquierda, sin entender que carecían de algún apoyo mediático para siquiera explicar sus acciones defensivas o de venganza (justicia por mano propia), o que no podían "absorber" sus ataques armados de acción psicológica en movilizaciones de masas u otras manifestaciones laudatorias colectivas, continuaba jugando en una posición que externamente parecía como puramente militarista o terrorista. Esto afectaba no solo la otrora popularidad del brazo armado, sino que por contraprestación enrarecía la imagen de su sección política semi-pública, cada vez más empujada a continuar militando pero ocultándose o camuflando sus nexos políticos con la guerrilla, para no quedar "manchados" con la mala publicidad de los guerrilleros y, sobre todo, para minimizar el acoso por los asesinatos de la Triple A o la policía ya que estos últimos, jugando a la guerra contrarrevolucionaria, no querían distinguir entre "combatiente" y "no-combatiente", aprovechándose del aislamiento a la franquicia guerrillera y la legislación "antipolítica" del Estado para golpear su sector político, y así estabilizar el gobierno peronista con la minimización de su cultura social izquierdista, dispersando a los ciudadanos de la adhesión o colaboración con los diferentes militantes barriales, estudiantiles, etc.

Esto, sumado a una imparable inflación, desabastecimiento, denuncias de corrupción y crisis económica, crisis estudiantil, crisis interna en el propio partido Justicialista, y con el agravante de la militancia política revolucionaria que, pese a los embates sufridos, se enfrentaba duramente a los planes económicos de ajuste en movilizaciones como las de marzo y junio de 1975, debilitaron hasta el abismo la imagen del gobierno de Isabel Perón; a la vez que por el otro costado se fortalecía el discurso empresarial de cara a los militares que el país no puede producir con un nivel tan alto de subversión gremial en las fábricas (diarios como "La Opinión" o la revista GENTE indicaban que 1 día de huelga de julio de 1975 generaba pérdidas de 65 millones de dólares). La Argentina era una anarquía "global" donde todos estaban descontrolados: desde el combatiente de guerrilla que se desangraba en sus rencillas contra la policía, el empresario o los grupos represivos de derecha; hasta el inflexible obrero que no paraba de molestar a los patrones con sus aumentos de sueldo y mejores condiciones laborales, o los imberbes estudiantes que desobedecían a sus superiores y se tomaban la libertad de manejar la escuela o la universidad como querían, hasta los grupos para-policiales que aterrorizaban a diversos izquierdistas con bombas y asesinatos públicos, grupos derechistas o desconocidos que colocaban bombas en las facultades para vandalizar, milicias izquierdistas que colocaban bombas para vandalizar locales empresarios. Todo ello bajo la etiqueta omnímoda e indiferenciada de "Subversión", "Guerra" y "Terrorismo" en los medios de comunicación, o en última instancia "Vacío de poder". Y a esa anarquía se enfatizaba el gobierno con su debilidad endémica y corruptela; con el fantasma de hasta un eventual default económico 



Revista peronista de ultra-izquierda "Militancia", marzo de 1974. Exponen los conflictos sindicales semanales y las medidas de fuerza tomadas por los trabajadores o militantes fabriles. Pag. 13:

https://eltopoblindado.com/publicaciones-afines/militancia/militancia-n-38/  



Artículo de la revista GENTE "La loca, loca carrera de los precios", informando la indetenible inflación de julio de 1975. Revista GENTE 17 de julio de 1975


Por su parte, las fuerzas armadas necesitaban dar el golpe, pues aunque ya habían logrado un paquete de leyes y decretos desde 1974 que contenían la suficiente ambigüedad semántica para perseguir a células no-combatientes y minimizar la cultura izquierdizante, no podían desplegar toda la maquinaria logística de represión (centros de detención ilegales transitorios y permanentes en todo el país), ni tampoco avasallar al estudiantado y sindicalismo, sin sobrepasar el control gubernamental del gobierno justicialista, que bajo la óptica militar no estaba dando una lucha coherente y sostenida contra la subversión fabril y estudiantil. Mientras el gobierno de Isabel podía controlar la guerrilla de izquierda, o mejor dicho, mientras la guerrilla de izquierda era incompetente militarmente como para representar un peligro bélico a cualquier gobierno (siendo el copamiento de Monte Chingólo el fracaso más doloroso de la guerrilla); en cambio el montonerismo sindical y estudiantil era un gran peligro pero no podía ser enjaulado mucho menos asesinado, abiertamente, por los resortes de un gobierno constitucional y con una prensa libre (que de por sí era favorable a la prédica castrense, pero podía difundir noticias que dañaran el carácter clandestino de la represión). Como resulta obvio de imaginar, un militante de célula sindical o universitario no iba a andar vociferando a sus colegas de trabajo que pertenecía a Montoneros o PRT-ERP, sino que se callaba la boca y hacía proselitismo encubiertamente, sutilmente para no caber en las ambiguas leyes persecutorias. Asi que el enemigo estaba más que nunca mimetizado física y/o legalmente en las fábricas y escuelas; el único modo de extirparlo de la sociedad era mediante una fuerza que solo puede ejecutarse con los mecanismos constitucionales disminuidos

De los grupos derechistas, que eran los que más asesinaban gente, los militares no debían preocuparse: algunos de estos grupos, aunque apoyaban a Isabel Perón y cometían sus acciones para "estabilizar" culturalmente su gobierno, no iban a desafiar a los militares porque compartían su misma afición de destruir el marxismo infiltrado celularmente; y con los recursos e instrucciones necesarios operarían con mucha mayor clandestinidad y organicidad, evitando que la prensa atiborre las noticias con sus atentados. Otros grupos estaban comandados por la policía, la cual tiene mucho menos poder de fuego que las fuerzas armadas y quedarían totalmente subordinadas a ellas. Los militares sabían que, de asaltar el gobierno, más de la mitad de la violencia pública y visible en las calles, quedaría "borrada" de la escena. El problema de los militares entonces, no era la violencia sobrante de esta ecuación (la guerrilla izquierdista), que era menos problemática que la violencia derechista; sino la infiltración celular izquierdista en las fábricas, barrios y colegios secundarios/universitarios

El concepto de "Subversión", "Violencia" y "Terrorismo" en los sectores sociales (medios de comunicación, empresariado, Iglesia, etc.) se transformaba en algo lo suficientemente vago que podía abarcar diversas actividades de intensidades opuestas, incluso totalmente antagónicas a nivel ideológico. Con "Subversión", "Violencia" o "Terrorismo" se podía describir las huelgas, pero también se podía describir los asesinatos de la Triple A, los actos de vandalismo de las milicias montoneras. Incluso eran conceptos lo suficientemente negativos para adosarles todo lo que no les gustasen a los conservadores nacionalistas, como la prostitución, el libertinaje sexual, la drogadicción.... 



Publicación de la revista peronista ortodoxa "El Caudillo", noviembre de 1973. Allí mezclan el psicoanálisis, las drogas, la homosexualidad con Freud y el marxismo. Pag. 6:




Tres personas encapuchadas, adjudicándose su pertenencia al "Comando Moralizador Pío XII"  informan a la prensa que serán inmisericordiosos contra las prostitutas, por atentar contra las buenas costumbres y la moral. En su trayectoria 1974-1976 en la provincia de Mendoza, este comando religioso ultra-derechista torturó y asesinó a prostitutas, también colocó artefactos explosivos vandálicos (no letales) en boliches, establecimientos israelitas, locales de venta de alcohol, y lugares de concurrencia de izquierdistas o gremialistas. El comando estaba amparado por la policía local

Pero las Fuerzas Armadas, con una doctrina sólida de guerra revolucionaria, sabían muy bien lo que era la "Subversión" o qué tipo de Subversión debían aniquilar: aquellos militantes combatientes y no-combatientes de Montoneros y PRT-ERP, PST; sus colaboradores o periféricos. En definitiva, las Secretarías Militares y Políticas de las organizaciones revolucionarias, sobre todo estas últimas por constituir la infiltración más abyecta en ámbitos sensibles como el laboral



La huelga de Villa Constitución, marzo de 1975, fue una de las acciones obreras más importantes contra el gobierno de Isabel Perón, con una duración de 2 meses de huelga. Sospechada de estar incentivada o fogoneada por células sindicales del PRT-ERP, Montoneros y el PST, se la tildó de "vasto complot subversivo" encaminado a paralizar la industria pesada, y se autorizó una represión ilegal a cargo del Ejército y la Policía contra los huelguistas, con desapariciones y torturas en fábricas como las de Acindar. En esta "guerra contrarrevolucionaria" las fuerzas armadas y policiales tenían que detectar y aniquilar al sindicalista mimetizado que le lavaba el cerebro a los demás a insurreccionarse. Había que aniquilar la Secretaría Política (sector no-combatiente) de estas organizaciones, y a sus colaterales, para que no jodan más


Así, el 24 de marzo de 1976 se asalta el poder. El hombre "común" (entendido como indiferente al gobierno de Isabel) poco podía estar afectado cuando las fuerzas armadas, expulsadas 3 años antes por la democracia, volvían a escalar el poder. Parecía que los militares no iban a ser peores que los que se fueron, que todavía eran adecuados para ordenar la economía, calmar las movilizaciones y controlar el conflicto de bandas izquierdistas y derechistas.....

Pero el asalto llevó a una fase superior de aniquilamiento: la visibilidad de la Triple A y otros comandos derechistas quedó prácticamente suspendida y se integraron a los aparatos clandestinos de represión del gobierno. Mientras tanto, todos los partidos revolucionarios, tuvieran o no tuvieran brazo armado, serían erradicados con la sangre. Montoneros y el PRT-ERP eran los dos partidos revolucionarios más grandes y contaban con el brazo armado más largo, pero otras organizaciones se vieron afectadas por su característica celular. El Partido Socialista de los Trabajadores, que era una organización sin brazo armado, fue igualmente perseguido. Otro partido que tuvo varios de sus militantes en el centro clandestino Vesubio, era la Vanguardia Comunista; un partido que carecía de brazo armado y fue igualmente perseguido cuando Montoneros y el PRT-ERP estaban prácticamente exterminados. Para ese entonces, la propaganda absolutamente negativa que los medios de comunicación concedían a la guerrilla y el desorden fabril, las nuevas reglas de minimización izquierdista del gobierno militar (prohibición de huelgas, prohibición política, etc.), sumada a la propia clandestinización de actividades que asumía el militante político de una organización revolucionaria, terminaron por sofocar cualquier intento de defensa mediática al sector político no-combatiente de la guerrilla (mucho menos a los combatientes), y sumieron a todo militante a la condición de un mero delincuente perseguido por terrorismo y subversión, provocando la indiferencia de la sociedad y falsas imágenes represivas: el ejército detenía a las personas por algún motivo racional que al hombre común se le podía escapar ("no te metas, por algo será"); la gente desaparecía seguramente porque era un combatiente clandestino de derecha o izquierda que él mismo se esconde; los guerrilleros enterraban a sus propios compañeros clandestinamente en los enfrentamientos y por eso existían desaparecidos; etc. Y eso cuando el tema de los "desaparecidos" no se tratara de una campaña propagandística de la subversión contra los militares. Solamente había unos poquitos desaparecidos "inexplicables" como el caso del sindicalista Oscar Smith, que alimentaba la leve idea de un exceso para-policial dentro de una vaga teoría de guerra (siempre que no le echaran la culpa a la guerrilla de esos actos, como sucedió también con Hidalgo Solá o Elena Holmberg). En ese clima ni siquiera existía el militante político "a secas" (no-combatiente), siempre ese militante terminaba en enfrentamientos con las fuerzas legales. La subversión era "en serio" y "delincuencial", y terminaba correspondiendo a la izquierda marxista ya que la Triple A casi se había esfumado de la escena pública, o sus atentados minusvalorados

El exterminio de 1976 no era el resultado de una molestia "actual" de la militancia política, pues los partidos revolucionarios llegaron a la cumbre de su capacidad política con las movilizaciones y conflictos gremiales de 1975. Para el 76, estos partidos estaban mermados a nivel político, quizás por una serie de errores de estas guerrillas para capitalizar la movilización de junio del año anterior; y también estaban mermadas en su ofensiva combatiente limitándose a partir de aquí a actuaciones menos audaces. Además las expresiones culturales a favor de la "subversión marxista" o de tono izquierdizante estaban en declive por el temor del consumidor a ser víctima de explosivos o redadas policiales en los teatros y encuentros de estas manifestaciones. Pero las fuerzas armadas tenían que eliminar igual el problema "marxista" para finalizar de una vez por todas con la "guerra revolucionaria" y para que nunca más aparecieran movimientos similares en el país, en lo que sería un proceso de reorganización social. Los militares esta vez, paradójicamente, actuaron bajo un empuje progresista: querían llevar a cabo el último golpe de Estado del país, querían que su golpe fuese el último para que no haya más desequilibrios sociales en el sistema constitucional como ocurría crónicamente. Pero para que sea el último, debía ejecutarse un programa radical que dejara las bases sociales y económicas totalmente "limpias" para los futuros gobiernos civiles

Los cálculos que hacían las fuerzas armadas antes del golpe de Estado, sobre la capacidad de fuego del ERP y Montoneros, era de 600 combatientes y 2000 combatientes respectivamente (este último estimativo un poco exagerado en comparativa con los documentos posteriormente allanados). El gobierno militar nunca vaciló en este punto: estaban perfectamente conscientes que iban a reprimir y matar a miles de montoneros o erpianos que no eran combatientes ni un peligro bélico. Ni siquiera les importaba el componente utilitario de estos militantes (el hecho de ayudar gratuitamente en las villas por ej.). Pero las exigencias de la doctrina francesa de la guerra revolucionaria volvían imperativo tomar esta decisión: había que curar a la sociedad argentina de una infiltración ideológica venenosa. Había que pulverizar el concepto de "militante celular" con independencia de si su actividad era armada, pacífica o meramente agitativa. El objetivo principal de la dictadura por consiguiente era destruir las dos militancias celulares por excelencia: la Secretaría Política de Montoneros y PRT-ERP, es decir sus células sindicales, territoriales, estudiantiles, propagandísticas. Sin perjuicio que en esa ofensiva represiva también iban a alcanzar a sus Secretarías Militares. Pero las fuerzas armadas dieron el golpe de Estado a sabiendas de la escasa cantidad de combatientes que tenían las organizaciones antedichas, o sea a sabiendas que iban a matar a miles que no eran combatientes






Organigrama de la Secretaría Política de Montoneros en Rosario, confeccionado por la inteligencia represiva. En este organigrama se incluye a la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) y la JUP (Juventud Universitaria Peronista), integrado algunas de ellas por células estudiantiles/propagandísticas de la organización. También incluye a la CGT-R (CGT de la Resistencia), integradas algunas de ellas por células sindicales de Montoneros. Cada cuadrito representa a un militante. Los que aparecen en cruz son aquellos ya asesinados por la represión. El objetivo de las fuerzas armadas en esta "guerra contrarrevolucionaria" era eliminar a todo militante con independencia de si eran combatientes o no, si eran peligrosos o no



Conferencia militar del 19 de abril de 1977, Argentina. El General Jauregui, minuto 4:19, menciona los principales éxitos en la lucha contra la subversión para ese momento: desde la liquidación de los jefes del PRT-ERP, el descubrimiento de la fábrica de armas de Montoneros.... hasta la eliminación de las imprentas y el aniquilamiento del Secretariado Político Nacional de Montoneros (probablemente se refiera al episodio de la calle Corro 105, del 29 de septiembre de 1976, donde mataron a Victoria Walsh y a los jefes Territorial-Estudiantil y Sindical de la Secretaría Política de la organización)



Informe de la inteligencia militar donde enlistan a una serie de militantes de Montoneros de la Contraofensiva (año 1979). Nótese que separa a estos militantes en "células sindicales", "células territoriales", integrantes de las secciones de combate o de logística en la Secretaría Militar. No todos eran considerados como combatientes por la represión; estas células políticas también eran el objetivo para el exterminio




revista GENTE, diciembre de 1976. Señala los éxitos más importantes de las fuerzas armadas en su lucha contra la Subversión (algunos de ellos, falsos enfrentamientos que la revista disimula como reales). Entre los éxitos, se encuentra el descabezamiento del Secretariado Político Nacional de Montoneros. La revista indica que Victoria Walsh era jefa de Prensa del Frente Sindical; José Coronel se dedicaba al activismo y agitación Sindical; Ismael Salame manejaba el activismo y agitación estudiantil. A la revista parece no importarle que el lector supiera que las fuerzas armadas se "enfrentaban" contra agitadores y activistas sindicales/estudiantiles



Informe de inteligencia militar de diciembre de 1978, sobre la persecusión del CPL (Cristianos para la Liberación). En el título de dicho informe habla de "Secretaría Política" de Montoneros. No dice "Secretaría Militar" sino "Secretaría Política". Es decir, que la Sec. Política (sección política no-combatiente) también era objeto del exterminio. Extraída la foto de:


No es que los militares creían que si mataban a todos los militantes no-combatientes de Montoneros, PRT-ERP y otras organizaciones celulares (armadas o no), ya no existirían los reclamos salariales, los conflictos obreros y estudiantiles, etc. Por supuesto que continuarían existiendo, pero al haber muerto las células "subversivas" que articulara las masas, estos conflictos no tendrían una conducción definida, orientada. Quedarían las manifestaciones dispersas, maleables, sin fuerza, sin un "potencial insurreccional" y ya no serían tomadas como la amenaza de construcción de una jerarquía paralela


En una conferencia de prensa del 19 de abril de 1977, el general Carlos Martínez (jefe de inteligencia del Ejército), disertó ante los periodistas para explicar los orígenes y continuidades de la subversión. Manifestó:

Durante el desarrollo de la "Operación Independencia" se comprobó que en el resto del país aumentaba el accionar armado y no armado de la subversión. Tal actividad es demostrativa del empleo integral y coherente de todos los elementos de esas organizaciones

[...]

La subversión desarrolla dos líneas de acción para alcanzar el poder: la acción armada y la acción insurreccional de masas. El Ejército, apoyado por las otras dos fuerzas armadas, está derrotando a los órganos de ejecución de las acción armada y a los activistas de la acción insurreccional de masas. Gracias a esta acción militar, la delincuencia subversiva se encuentra en franca retirada

pag. 2: 


Se divide a la subversión en "accionar armado" y "accionar no armado" como parte de la lucha integral que plantea el enemigo subversivo al país. Por su lado, el Ejército está derrotando a ambas. Estas declaraciones fueron dichas públicamente a la prensa y no parecen ocultar que el Ejército también está operando contra gente que no es combatiente ("accionar no armado")


Los militares instalaron centros clandestinos en todo el país, que ellos denominaban en la jerga castrense como "LRD", sigla de "Lugares de Reunión de detenidos". Allí trabajaban los grupos de tarea encargados de secuestrar a militantes, derivarlos a estos centros sin registro oficial para torturarlos y conseguir información de la ubicación de otros militantes y su infraestructura, en un ciclo que se repetía con una variedad escabrosa de métodos de tormento: desde la más usada picana eléctrica manual o automática, el submarino seco o mojado, hasta quemar vivo con sopletes y cigarrillos, arrancar uñas o clavar agujas en los dedos, golpes con cachiporra o cadenazos, violaciones sexuales, colgamientos incómodos, arrastramiento sobre piedras y pinchos, despellejar la piel con maquinitas de afeitar, desmembramientos, reventar los ojos con biromes, coser partes del cuerpo sin anestesia y otras excentricidades dolorosas que les ocurrieran a los más creativos torturadores; a veces atormentando a familiares del detenido delante de ellos para quebrarlos psicológicamente, o atormentando a meros simpatizantes no encuadrados de la guerrilla para que den información o dejen de colaborar con éstos. Después, si los detenidos quedaban vivos en la sesión de tormento, los carceleros decidían arbitrariamente el destino final de los detenidos; este podía ser la ansiada libertad plena o vigilada, la derivación en cárcel legal a disposición del Poder Ejecutivo, o el asesinato y desaparición del cuerpo en enterramientos ocultos, cremaciones clandestinas o vuelos de aviones para arrojar el cadáver al río. Cuando no se blanqueaba su cuerpo en enfrentamientos simulados, o al menos se blanqueaba su "actuación" (es decir, se simulaba el enfrentamiento pero el cadáver podía desaparecer igualmente. Solo quedaba el nombre del desaparecido en la prensa como muerto en combate)

Buenos Aires, incluyendo Capital, tuvo 4 centros clandestinos muy importantes: la Escuela de Mecánica de la Armada, el Circuito ABO (Atlético-Banco-Olimpo), Campo de Mayo y el Circuito de micro-centros clandestinos al mando de Ramón Camps. Córdoba tuvo a La Perla, el D-2 y La Ribera. Tucumán tuvo la escuelita de Famaillá, el Arsenal Miguel de Azcuénaga, la Jefatura de Policía y algunas bases militares que funcionaron en ingenios azucareros cerrados, como Lules y Nueva Baviera. Santa Fé tuvo el Servicio de Informaciones. Otros cientos de centros clandestinos de mucha menor envergadura poblaron el país, funcionando en general como LTD o "Lugar Transitorio de Detención" donde el detenido era alojado por pocas horas para luego trasladarse a un centro mayor o ser liberado. El Estado ha registrado más de 750 lugares de reclusión ilegal en todo el periodo represivo que comenzó en la democracia del 73


Para que se entienda desde una perspectiva penal: no importaba si el militante no había cometido ningún delito, no importaba si en un hipotético juicio el militante salía libre por no ser culpable de nada grave; para las fuerzas armadas el brazo político era un elemento que podía llevarnos al comunismo. Eran comunistas o, en el lenguaje de la represión, eran subversivos aún con su ideología. Por mucho que no mataran o combatieran, podían incentivar huelgas o disturbios estudiantiles que dieran paso a un clima social pre-revolucionario. Tenían que ser exterminados igualmente. Como una aplanadora arrasaron también con los colaboracionistas que cometían el "gravísimo" pecado de ayudar a la subversión guardando material panfletario o alguna que otra arma en su vivienda, a pesar de su insignificante relevancia desde la perspectiva penal o bélica. El Estado montó una faz de semi-legalidad con miles de detenciones arbitrarias a disposición del Poder Ejecutivo y unos pocos juicios a guerrilleros acusados de delitos (como el caso del juicio a los responsables del asesinato del Capitán Viola y su hija, cuyas "pruebas" eran confesiones de los imputados bajo tortura en la escuelita de Famaillá); pero una gran porción de detenciones se convirtieron en desapariciones y ocurrieron con la más absoluta clandestinidad en los lugares de reunión de detenidos. Las víctimas del gobierno militar no fueron solamente los desaparecidos, puesto que los detenidos del Poder Ejecutivo también sufrieron injustas privaciones de libertad y maltratos graves. Pero el método de tormento y desaparición fue la característica más indiscutiblemente notoria que se ciñó en toda esa década bajo la delirante teoría militar de una guerra revolucionaria contra sujetos políticos

Por su lado la guerrilla, sin dejar de actuar contra su enemigo el empresariado, con su muy magra capacidad armada de oposición al gobierno incrementó los asesinatos a policías en la calle y a militares, ocasionando más de 250 muertos desde marzo 1976 a 1979. El ERP había quedado bastante diezmado en su capacidad de combate luego de Monte Chingólo y solo tuvo un incremento armado de interés en el mes de mayo de 1976, y mucho después en el fallido intento de asesinato a Videla para febrero de 1977. Montoneros sin embargo, aunque sin capacidad logística de encender un foco rural en Tucumán/Chaco/Misiones; consiguió sus mayores réditos explosivistas en el periodo 1976-1978, con los atentados con bombas contra Cesáreo Cardozo, la familia Lambruschini, el Comedor de Coordinación Federal, el micro policial de Rosario, el microcine del Círculo Militar y hasta un atentado fallido contra Videla en Campo de Mayo. La cúpula de Montoneros llegaría a practicar por única vez el terrorismo (ataque letal indiscriminado deliberado a civiles) en el fallido intento de asesinato de la familia Klein. Todo ello, aún sumando los operativos armados de la Contraofensiva de 1979, no fue suficiente para devolverle el apogeo político, armado, logístico y miliciano de 1975



Noticia del periódico mexicano "Excelsior", informando el fallido intento de asesinato de Videla, a través de una bomba colocada por Montoneros en una tarima de Campo de Mayo. Octubre de 1976


Si nos basamos en el registro estatal, los militares en solo 1 año (1976) mataron a más de 3.800 personas; a 2.700 en su segundo año (1977); a 700 personas en su tercer año (1978); y a 200 personas en el resto de su gobierno


De acuerdo a la evidencia disponible, que es incompleta e imperfecta, se calcula que Argentina tuvo entre 15 y 19 mil desaparecidos, asesinados y no-denunciados desde el año 1975 hasta 1979. Y un número aproximado de 3.400 sobrevivientes individualizados, que no incluyen la totalidad de sobrevivientes. También hubo más de 8 mil detenciones arbitrarias a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, de las que 5 mil de ellas se produjeron a partir del golpe de Estado; en condiciones de maltrato agudo (no demasiado diferente del trato dispensado a un desaparecido), con falsas leyes de fuga y muertes por tortura. Además de un número alto, no precisado de exiliados

Por contra, la sección armada de los partidos revolucionarios provocaron en 10 años unos 700 muertos y 200 secuestros aproximadamente, desde 1969 a 1979; según datos del gobierno militar de Videla y el Círculo Militar. El sector combatiente de estos partidos nunca superó los 2.000 efectivos con armamento e instrucción insuficiente para combatir con seriedad contra un ejército profesional y la policía. Y en casos muy resonantes como el del PRT-ERP, con un aparato de inteligencia muy desorganizado (que permitió por ejemplo que 1 solo agente del Ejército infiltrado, el "Oso" Ranier, diera golpes muy fuertes a la logística del grupo y provocara numerosas caídas. O el abandono de la documentación de Manchalá, que permitió al Ejército la individualización y domicilios de 402 simpatizantes del PRT-ERP) 


Resumidamente, las moralejas que debieron, o deberían, aprender las fuerzas armadas, es que su doctrina militar (de esas que enseñan en sus libritos y revistas de guerra) nunca puede desnaturalizar el principio esencial de no-intervención en asuntos políticos, ni siquiera del "enemigo". La nefasta, ridícula y sangrienta teoría de la guerra revolucionaria entendida por las fuerzas armadas, NO ES UNA DOCTRINA MILITAR. Una supuesta guerra donde el objetivo no es conquistar un territorio sino la "mentalidad" o el "alma" de los pobladores, no es una guerra sino un conflicto político en donde, si hay guerrilla, se utilizan métodos policiales bajo la falsa máscara de un asunto bélico, degradándose los militares a cumplir tareas de policía alejadas de sus funciones castrenses. Además, su base teórica y la estadística demuestra que, si había que "conquistar la mente" de los pobladores a través de la represión física ilegal hacia ellos (incluyendo militantes políticos no-combatientes de la guerrilla), pues lo iban a hacer. No hay casos donde esto no ocurra: desde Argelia hasta Vietnam, pasando por Argentina y el Cono Sur-americano, resulta claramente demostrativo que la teoría de la "guerra revolucionaria" según los reglamentos castrenses y su consecuente práctica por los ejércitos, no son otra cosa que programas antidemocráticos de represión de civiles no-combatientes, de censura a la cultura izquierdista y la intromisión de la competencia militar en el área de la Policía

El problema teórico de la guerra revolucionaria ni siquiera pasa por la racionalización de los métodos de tortura y desaparición del enemigo. Lo ridículo y nefasto de la doctrina de "guerra revolucionaria" es que ha flexibilizado la persecución y matanza ideológica de los no-combatientes como una operación militar legítima


Más resumidamente: urge desterrar para siempre la falsa teoría de la guerra revolucionaria en la doctrina castrense. Al apologismo le interesa sobradamente esta tesis de la "guerra revolucionaria" (en vez de "guerra" a secas), no solamente para avalar la matanza ilegal de combatientes, sino para avalar la matanza de no-combatientes. Esperemos que no haya sectores de las Fuerzas Armadas que todavía piensen lo mismo que el apologismo les quiere inculcar al resto de la sociedad

Comentarios

  1. Hola, Spine Off. Tengo un par de cosas para dejar escritas, así que vine a la última entrada de tu blog.

    1) ¿Tenés idea de por qué Etchecolatz habría escrito "Julio López" "secuestrar" en un papel cuando lo condenaron en 2014 y cuál era el fin de mostrarlo a los medios? Según algunos periodistas, lo hizo para provocar, pero quizás sepas algo más del tema.

    2) Encontré unos recientes estudios académicos sobre los '70 que creo que pueden interesarte. No los leí, pero los dejo a continuación:
    -Carnovale, V. (2020). Las “cárceles del pueblo”. Los secuestros de la izquierda armada argentina (1970-1977). Postdata, 25(1), 71-80. http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-96012020000100071.
    -Palmisciano, C. (2021). Profesionalizar la memoria completa. El Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas como agente victimizador profesional (2006-2017). Postdata, 26(1), 153-181. http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-96012021000100153.
    -Palmisciano, C. N. (2021). Los otros muertos: una investigación sobre las “víctimas del terrorismo” en la década del setenta. Prácticas de oficio, núm. 27, pp. 41-54. http://revistas.ungs.edu.ar/index.php/po/article/view/137/152.
    -Palmisciano, C. (2022). El tiempo de los otros. Memorias y nuevas derechas, un análisis a partir de la carrera militante de Victoria Villarruel. CLEPSIDRA. REVISTA INTERDISCIPLINARIA DE MEMORIA, 9(17), 54-69. https://ojs.ides.org.ar/index.php/Clepsidra/article/view/193.
    -Tandeciarz, S. R. (2017). Citizens of Memory: Affect, Representation, and Human Rights in Postdictatorship Argentina. Bucknell University Press. https://digitalcommons.usf.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1102&context=gsp.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué tal, saludos. Sobre Etchecolatz: no conozco mucho el caso Julio López, no podría decirte con certeza. Pero es cierto que Etchecolatz es bastante provocador. En el mismo juicio si mal no me equivoco, cuando le dictaron sentencia, se levantó de la silla y mostró un cartelito o panfleto. También en otras ocasiones se mostró tirando panfletos a favor de la "lucha antisubversiva". Es todo un personaje el pillín

      Lamentablemente nunca me pude comunicar con él. Un amigo de él me dijo que sus condiciones para comunicarse en la cárcel eran bastante estrictas: solo un par de veces por semana o por el estilo; y llamaba a su esposa y a su amigo; asi que era evidente que no iba a desperdiciar esos pocos momentos de comunicación en un extraño como yo

      Sobre las publicaciones académicas: he leído esas publicaciones y sin dudas recomiendo las lecturas de personas como Carnovale (que se especializa en el PRT-ERP), Esteban Pontoriero (que se especializa en los reglamentos militares), Gabriela Aguila, entre otros

      Mi crítica "académica" en todo caso hacia Victoria Villarruel, pasa por su narrativa muy vaga, poco cuantificada. Mi blog no pretende ser académico sino una simple refutación a los tópicos de estas personas.... pero es clarísimo que la narrativa de Villarruel está lejos, muy lejos de cumplir con un estándar académico aceptable. Nunca queda muy claro su concepto de "guerra", su concepto de "terrorismo", nunca queda claro cuántos combatientes tenía Montoneros y PRT-ERP en esta "guerra" que ella dice, nunca queda claro qué rol cumple el desaparecido (¿Todos son "terroristas"? ¿Algunos lo son? ¿Qué implica el concepto de "terrorismo" en estas personas? ¿Acaso que cometieron un delito grave? ¿Un delito leve? ¿Acaso que simpatizaban con alguna tendencia revolucionaria? ¿Cuál es la trascendencia en términos penales o bélicos?). Ni siquiera queda claro por qué califica a algunas víctimas culposas de la guerrilla como "víctimas del terrorismo" cuando se supone que ella insiste en que hubo una guerra (por lo que serían daños colaterales y no "víctimas del terrorismo")

      Es tan ambigua, tan confusa su narrativa que bien podemos pensar que Montoneros era un tremendísimo ejército de cientos de miles de combatientes con un poder colosal de fuego, y que Videla se tuvo que enfrentar a una gigantesca amenaza terrorista. Total, como ella nunca especifica nada, el lector que simpatiza con Villarruel es quien va a interpretar como se le da la gana los huecos narrativos que ella va dejando

      La precisión conceptual es el ABC de una investigación académica, para evitar caer en interpretaciones totalmente divergentes, para evitar que el lector tenga que especular qué quiso decir el autor del texto. Tiene que quedar muy claro qué es lo que uno quiere transmitir al lector. En eso Villarruel y otros como Ceferino Reato, fallan por su ambigüedad (deliberada o no.... aunque me juego que lo hacen deliberadamente para insinuar lo que no pueden decir de frente: que la mayoría de los desaparecidos deben ser considerados como blancos legítimos de ser abatidos; incluyendo los no-combatientes)

      Un saludo

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares